Transmetropolitan

TRANSMPETROPOLITAN

En 1996 DC Comics apostó por el género de ciencia ficción dedicándole todo un sello: la línea Helix que, casualmente, iba a llamarse inicialmente Matrix. Para sacarla adelante, se hizo con los mejores profesionales del medio; nombres que iban desde Michael Moorcock a Garth Ennis (cuya contribución fue Bloody Mary, también disponible en España), pasando por Howard Chaykin, Walt Simonson, Lucius Shepard… y Warren Ellis. La propuesta de Ellis o, para ser justos, de Ellis y el dibujante Darick Robertson (pues son co-creadores) fue una serie con gran contenido político centrada en un periodista de investigación en un mundo postcyberpunk. Era 1997, y había nacido Transmetropolitan (nombre obtenido de una canción del disco Red Roses for Me, de The Pogues).

El sello Helix no cuajó y acabó cerrando en 1998 por bajas ventas. Pero sin embargo, la salud de Transmetropolitan y la fuerza de Spider Jerusalem permitieron continuar la serie en la línea adulta por antonomasia de la casa: Vertigo. Cosechando un mayor éxito si cabe a cada entrega, y adquiriendo toda una legión de seguidores y premios, la obra se prolongó hasta 2002 abarcando un total de 60 números y dos especiales –luego recogidos en 11 TPBs– estructurados como si fueran cinco años completos de la vida del protagonista (doce números por año ficcional y real). Todos ellos con el mismo equipo creativo al frente, descontando la ausencia de Ramos como entintador en los primeros números y los portadistas, siempre mutables si exceptuamos al propio Robertson.
En España la serie fue publicada íntegramente por Norma Editorialmediante el ya famoso formato “prestigio” con el que editaba todo el material de la época. Estos volúmenes, de 48 y 72 páginas (en función de si recogían dos o tres números USA), agrupaban arcos argumentales y hoy en día se encuentran descatalogados, si bien es posible encontrarlos en mercados de segunda mano. Sin embargo, cuando Planeta DeAgostini Cómics consiguió los derechos de DC en España, Transmetropolitan fue una de las obras recuperadas desde su comienzo, mediante un formato paradójicamente similar al de Norma: “prestigios” de dos números USA cada uno. Antes de que esta forma de publicación fuera globalmente clausurada a finales de 2007, se había conseguido llegar hasta el #15 español (#30 USA). No obstante desde Planeta se informó de que la colección continuaría en tomos recopilatorios sin problemas de concatenación (puesto que el sexto TPB estadounidense empieza justamente en el #31) y puntualmente se ha publicado un total de cinco volúmenes adicionales hasta completar la obra. Quedó pendiente, sin embargo, el tomo dedicado a los dos especiales de la serie (volumen 0 USA, titulado Tales of Human Waste).




Sea como fuere, tras la pérdida de los derechos de DC Comics por parte de Planeta en favor de ECC Ediciones, esta última editorial ha emprendido la publicación de toda la serie desde el principio en formato rústica. La colección se compondrá de diez volúmenes en total, siguiendo el modelo estadounidense. El primero de ellos (a la venta en enero de 2015) recoge los números #1-6 de la serie. Por último, comentar que el último tomo incluirá los dos especiales correspondientes al volumen 0 USA.

En un lejano futuro todo ha cambiado para que todo siga igual… o peor. La tecnología ha mejorado la existencia de los ciudadanos, ha aumentado la esperanza de vida y ha creado incontables variantes de la especie humana; pero las tensiones sociales, las desigualdades, la pobreza, los conflictos religiosos y la corrupción política han crecido al mismo paso. Nadie, o casi nadie, es capaz de enunciar la verdad de una forma clara y comprensible. Nadie excepto el periodista Spider Jerusalem. La última vez que el mundo supo de Jerusalem fue hace cinco años. Acababa de escribir un libro de éxito, cáustico y demoledor, sobre la campaña del peor candidato a la presidencia que hubiera conocido su país; un político obsceno y corrupto apodado “La Bestia”. Además, llevaba las riendas de una cínica columna en el mejor periódico de la ciudad. Pero se quemó, se hartó de todo y se retiró de la vida pública y la contaminación urbana para refugiarse en un pequeño terreno de las montañas. Sin embargo, ahora tiene que volver: su contrato con la editorial para la que escribió el libro lo obligaba a entregar otros dos manuscritos en un plazo establecido. Dicho plazo acaba y la única forma de inspirarse es volver a respirar toda la podredumbre de la corrupta civilización.


Establecido de nuevo como reputado periodista para The Word –o La Palabra, pues la edición española usa uno u otro término de forma algo molesta– Spider ha vuelto a convertirse en un célebre adalid de la causa pública: sus artículos, mezcla de nihilismo y periodismo a lo gonzo, levantan pasiones poniendo contra las cuerdas a las autoridades públicas, al descubrir sus oscuros tejemanejes. Secundado por dos jóvenes ayudantes y protegido por su editor, Mitchell Royce, Spider irá destapando asuntos turbios uno tras otro, hasta encontrar la inspiración perfecta para cumplir su contrato: una nueva elección presidencial.



ORIGEN

Como hemos dicho, la iniciativa de crear un cómic de ciencia ficción parte de DC Comics cuando, desde el sello Helix, le proponen a Warren Ellis sacar adelante una serie regular para el mercado estadounidense. Sin embargo, más allá del género al que adscribir la obra, la editorial le proporciona al guionista británico total carta blanca para desarrollar lo que desee. ¿Cómo, entoces, se llega a la concepción de una serie tan rica en matices políticos como Transmetropolitan? La respuesta hay que buscarla en lo que Ellis entiende por ciencia ficción: un tipo de ficción social que usa el futuro como herramienta para explorar el presente, en la estela de las obras de H.G. Wells o Kurt Vonnegut. ¿Y qué mejor forma de elaborar un retrato de la sociedad que a través de los ojos –y palabras– de un periodista?
Partiendo de esa base, nuestro guionista empieza a componer un personaje que, aún siendo profundo, tenga la capacidad de ser lo suficientemente carismático como para poder atrapar al lector y arrastrarlo a la tienda de cómics cada mes. Su personalidad, por tanto, debe ser irresistible, arrolladora, iconoclasta… así que, ¿por qué no basarse en un periodista de esas características ya existente, no en su estilo, sino en su carácter y método de trabajo? Así es como llegamos a la figura de Hunter S. Thompson. Periodista renegado, en la mejor estela de los escritores muckraker –aquellos que se dedicaban a investigar y exponer los puntos más oscuros de nuestras cultura– Thompson fue el creador del llamado “periodismo gonzo”, un subgénero –cultivado en la revista Rolling Stone– que preconiza un acercamiento a la noticiasubjetivo en el que el profesional influye en los acontecimientos y se vuelve parte importante de los mismos así como protagonista del relato; relato en el que otorga mayor importancia al contexto de la situación, enfocándola desde un punto de vista combativo. El periodismo gonzo –nacido con el artículo de Thompson “El Derby de Kentucky es decadente y depravado”– se ha asociado tradicionalmente a la contracultura y al movimiento beatnik, claros referentes en la concepción de Spider Jerusalem.

Pero las similitudes entre Spider y Thompson –autor de Miedo y asco en las Vegas– no acaban ahí: el uso y abuso de drogas y alcohol del primero se basa en la vida del segundo, cuyas teorías apoyaban el uso de estas sustancias como un factor capaz de distorsionar la mirada objetiva del periodista y otorgarle motivación e inspiración, contexto en el que Spider la consume a lo largo del cómic. Por otra parte, los principales adversarios intelectuales de Thompson en su vida profesional son también claro precedente de los de la obra de Ellis. No es difícil ver en “La Bestia” un reflejo del presidente Richard Nixon, o en “El Sonrisas” ciertas reminiscencias de Robert Kennedy (ambos tienen al Ulysses de Tennyson como su poema preferido) e incluso de Tony Blair, primer ministro británico durante la época de publicación del cómic. Hasta las revueltas de estudiantes cuando se declara la Ley Marcial en Transmetropolitan son fiel reflejo de los disturbios del estado de Kent, cuando la Guardia Nacional abatió a varios universitarios que protestaban violentamente contra la guerra de Vietnam (y así con multitud de situaciones políticas puntuales retratadas a lo largo y ancho de la serie).
Para ya cerrar el círculo, cabe decir que hasta las dos ayudantes de Spider tienen su correlato real en las figuras de Deborah Fuller y Anita Bejmuk, asistente y esposa respectivamente de Thompson. Y por último, por si el referente gráfico de Thompson no fuese suficiente, tenemos al Tío Duke de las tiras satíricasDoonesbury cuyo autor, Garry Trudeau, reconoce taxativamente la inspiración que le supuso el periodista. No obstante, Robertson –ahora con Garth Ennis en The Boys– también usó a este respectoreferentes fotográficos, bien de amigos como Andre Ricciardi (Jerusalem), Mike V. O’Brian (Royce) o Janice Corfield-Ricciardi (Channon), o bien de personas y grupos que se encontraba por la calle. Sobre esta base, el dibujante construía figuras de 12 pulgadas a modo de modelos.

En fin… podríamos acabar diciendo que en Transmetropolitan como en casi cualquier obra de Ellis, el número de referencias concretas se hace inabarcable (¿he oído Planetary?), pudiéndose encontrar detrás de la viñeta más insospechada, del personaje más secundario o de la situación más anodina, un hecho concreto y real que sirvió de inspiración. Por cierto… ¿queréis saber de dónde le viene el nombre a Spider? Pues de Spider Robinson, celebérrimo autor de ciencia ficción ganador, entre otros, de premios tan prestigiosos como el Hugo y el Nebula. Y como no hay nada fácil, mentar que también resulta un guiño al primer periódico que empleó a Thompson: el Berkeley’s The Spider. Ahí es nada.

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